jueves, 30 de octubre de 2008

Cazador de medianoche : recuerdos de infancia

El café bombón en este sitio esta delicioso, la camarera me mira de forma pícara mientras me hago el tonto haciendo como que no me doy cuenta, supongo que soy lo mas interesante que hay en el bar, ya que los tipos trajeados que están a mi izquierda parloteando acerca de hipotecas y tipos de interés deben de ser demasiado insistentes con las miradas lascivas que le lanzan a la chica que, servicial y sonriendo, espera delante de mí a que pida algo más, mientras, yo estoy pasando de ella y escribiendo.


Si llegase a comprender lo que estoy escribiendo seguro que saldría corriendo.

Muchas personas han intentado darle una explicación a lo que soy, buscando personas como yo para estudiarlas, analizarlas y si las historias son ciertas, en época de la segunda guerra mundial ambos bandos diseccionaban a los que son como yo para buscar su funcionamiento.

Estúpidos.

Como me dijo Belén debo poner las cosas de forma ordenada, y antes de empezar a analizar mi comportamiento y mis respuestas a estímulos externos, creo que debería escribir qué soy y por qué soy como soy, aunque sólo sea para mí mismo, ya que como escribí antes, si alguien fuese capaz de leer esto seria como yo y sabría el precio que hay que pagar por ello.

Soy un mago y fuera de la opinión general y de películas de magos con cicatrices en la frente, ni tengo varita ni una lechuza invernal.
Agradezco a personas, como esa escritora, que narre las vivencias de un joven mago de la forma en la que lo hace, ya que de esa forma aleja la atención de los que verdaderamente tenemos este don.

Por lo que sé, no existen escuelas de magia, no existen magos tan estúpidos como para depender de una varita y de artefactos que, aunque parecen útiles y simpáticos, en la práctica real su uso es absurdo.

En mi caso al igual que en el del personaje de ese libro tan popular de ficción, yo tampoco conocí a mis padres, de hecho, no sé ni siquiera el rostro que tienen. La persona que me crio fue mi maestro o al menos la que me crio hasta que al cumplir los veinte lo estrangulé con mis propias manos.


Quizás pueda parecer un poco frío, insensible e inhumano por mi parte el escribirlo con total naturalidad y de una forma casi sádica.

Quizás a ojos de los más puristas no tengo perdón de Dios.

Quizás para algunos no sea más que un monstruoso asesino psicópata sin escrúpulos.

Quizás las personas que piensen eso estén realizando un juicio prematuro, sin darme la oportunidad de mostrar mis argumentos.

Sí, estrangulé a Joaquín. Sí, lo hice con mis propias manos. Sí, lo hice mientras dormía después de una sesión de ejercicios particularmente intensa.

Maté a sangre fría a ese tipo grande, corpulento y calvo que me había criado.

No intento excusarme, tampoco quitarme el muerto de encima, en mi profesión los escrúpulos y la humanidad son algo que tiende a perderse demasiado rápido, acercándote peligrosamente demasiado a lo mismo que cazas, es más, he cazado a algún que otro mago que ha cruzado el delicado filo de la navaja en el que vivimos los cazadores.

Joaquín me compró en algún mercado. Sólo conseguí encontrar entre sus papeles el documento de compra de un "bebe varón de desconocida procedencia". Los papeles en los que se hallaban su rubrica ardieron al igual que él cuando exhaló su último aliento bajo mis manos.

Joaquín me enseñó todo lo que sé sobre la magia, sobre los seres a los que cazo, mostrándome la dudosa moral de aquello en lo que me estaba preparando para convertirme.

Mi infancia paso delante de la televisión, de la que aprendí, no sólo los milagros que la teletienda promete, sino todo lo que ofrecen esos programas culturales de baja audiencia, mientras que él me adiestraba física y psicológicamente, sin escrúpulos algunos. Mis ansias de conocimiento no tenían parangón y sabía que existía algo más que lo que mi maestro me enseñaba.

El motivo por el cual no salía al exterior es sencillo, su casa formaba parte de él, sólo podía entrar o salir de las habitaciones que él me permitía. Es terrible cuando tienes ganas de ir al baño y no puedes salir de la habitación en la que estás, sin embargo resistía. Sonrío al recordarlo, ya que en más de una ocasión ese "adiestramiento" me ha sido muy útil.

Cuando cumplí quince años empezó a sodomizarme, era su alumno y a la vez el fruto de su frustración homosexual.

Después vinieron los castigos físicos de otro tipo, primero el cinturón, un látigo, después un palo, una cadena, un tubo de cobre. Mi cuerpo se acostumbraba al dolor, lo odiaba por lo que me hacia, pero tenia una dependencia psicológica hacia él y no podía hacerle daño, o al menos eso es lo que él creía.

Mi resistencia al dolor llego a tomar tintes masoquistas, riéndome de cuando me retenía con magia y me golpeaba duramente, ya que había conseguido adaptar mi mente y mi cuerpo al dolor, él decía que debía estar preparado y que lo hacia por mi bien, por desgracia el muy bastardo tenía razón.


La sesión de ese día había sido particularmente dolorosa, tanto la parte de entrenamiento, como la parte de castigo, como la parte en la que me sodomizaba mientras agarraba mi melena rubia arrancándome manojos de pelo sin piedad.

Lo que Joaquín no sabia es que había conseguido aprender algo más de lo que él me enseñaba y, en una de las sesiones en las que estábamos en su particular sancta sanctorum creé una pequeña ilusión el tiempo suficiente para poder robar el libro en el que aparecía la técnica para realizar el conjuro que necesitaba, aunque el precio parecía enorme.


El motivo por el que cultivo tanto mi cuerpo es por mi profesión, que a diferencia de lo que muchos han escrito o de la creencia en deidades oscuras y primigenias, el autentico poder de un mago proviene de su propio cuerpo.

Pero todo tiene un precio y la magia, tal y como la conozco en toda su amplitud, tiene el precio mas elevado de todos, el cuerpo de un mago se va consumiendo con la practica de la misma, devoramos grandes cantidades de comida y practicamos duramente para tener un cuerpo que sea capaz de canalizar el poder que somos capaces de desarrollar.

Sin embargo poco a poco y, pese a que repongamos esas energías, el cuerpo se resiente, de hecho yo mismo noto algunos achaques a mis treinta años. A veces, cuando hago algo demasiado poderoso me duelen las dorsales, como si me hubiesen amputado algunos músculos. En mi aspecto físico también se nota, mi pelo antes brillaba como el sol, pero de momento puedo darme por satisfecho, magos de mi quinta están consumidos o gordos como focas y calvos. De momento aún me libro, por ello entreno tan duro.


Durante semanas cogí algo de peso, guardando la energía que necesitaba, Joaquín por su parte me castigaba mas duro aun, no realizaba los conjuros que él me permitía realizar, achacándolo a un estado anímico y físico que según la televisión se tiene cuando uno es un mar de hormonas en erupción y no tienen salida posible.

Cometió el fallo de creérselo.

Una noche, mientras el se creía seguro en su cama, canalicé la energía interior que había estado acumulando y realicé el conjuro. Nunca había hecho nada tan fuerte, Joaquín no me lo hubiese permitido.

Y funcionó.

El precio fue el perder demasiado peso, mis músculos se resintieron y caí débil al suelo, pero el sabría lo que había hecho. Arrastrándome por el suelo subí las escaleras hasta su dormitorio, libre de toda atadura mi férrea decisión y propósito eran acabar con su vida, o al menos intentarlo, aunque eso me costase a mi la mía.

Abrí silenciosamente la puerta de su habitación, conseguí ponerme en pie, me acerqué cauteloso a la cama. Dormía mirando al techo, con la boca semiabierta y roncando como roncan las personas con sobrepeso. En su mesita de noche reposaban unas píldoras de esas que toman los culturistas con alto contenido energético.

Justo lo que necesitaba.

Tragué medio bote y sentí como su efecto era inmediato. El metabolismo en los que son como yo es tan acelerado, a veces, que apenas sientes que hayas comido. Me sentía con fuerzas de nuevo y listo para realizar otro conjuro, sencillo fácil, o al menos hasta ahora lo había sido, pero seguía débil. Tenia la total seguridad de que aquello acabaría conmigo, pero con las fuerzas renovadas al menos podría acabar con la vida de aquel hijo de puta.

Y así fue.

Aceleré mi cuerpo, aumenté mi fuerza, me dolía todo, pero estaba acostumbrado al dolor. Veloz como un rayo salté encima de él y aferré mis manos con tal fuerza a su garganta que creo que no debió sentirlo, el chasquido de la tráquea y del cuello al romperse es algo que recuerdo como si fuese ayer.


Sabía que estaba muerto, pero seguí apretando hasta que mis manos palidecieron.

Entonces caí desmayado.

Cuando desperté me encontraba en una casa carente de magia, rodeado de polvo por todas partes y tendido encima de un consumido cuerpo que al tocarlo se volvió polvo como casi todo lo que había sido parte de el.

Del polvo venimos y al polvo vamos.

No tenía dinero, ni ropa, ni documentación ni nada por el estilo, pero deseaba salir de aquella casa lo antes posible.

Sin embargo necesitaba sacar de allí todo lo que pudiese ya que sabía que, nada más saliese por la puerta, la casa se vendría abajo, convirtiéndose en polvo, al igual que su dueño.

Lo que encontré me sirvió sobremanera para sobrevivir hasta que conseguí regular mi situación, cómo no, ayudado con la magia. Le estoy cogiendo gusto a esto de escribir las cosas que me atormentan, sin embargo tengo que parar ahora mismo, mi cliente acaba de acceder al centro comercial y esta subiendo por las escaleras mecánicas, puntual como un reloj suizo. Espero que esta vez no me pida que cace nada demasiado grande como la última vez.


Y menos aún mañana.

Seguiré escribiendo, aunque siento que esto, pese a que lo diga mi psicoanalista, no sirve de nada.

Sin embargo creo en ella y que puede ayudarme de alguna forma, aunque, por desgracia para ella, eso podría meterla en mi mundo y convertirse en una presa, espero poder parafrasear algún día a Lestat y decirle aquello de "voy a darte la oportunidad que yo nunca tuve"

viernes, 10 de octubre de 2008

Cazador de Medianoche : Preludio

No sé el motivo por el cual he comenzado a escribir esto, quizás sea porque mi psicoanalista me ha recomendado que, a pesar de no mostrárselo, que escriba una especie de diario, mirándome desde un punto de vista exterior como si yo fuese mi propio gran hermano invisible y me siguiese todo el día para tomar registros de lo que voy haciendo y pensando a lo largo de toda mi jornada, todo esto estaría estupendamente si mi vida fuese una vida normal.

Mi psicoanalista se llama Belén, es humana y desconocedora del mundo en el que vivo fuera de las cuatro horas que trabajo en una vieja librería por las mañanas y que me sirve de tapadera para mis otros ingresos, gracias a los cuales en parte puedo pagar sus caras sesiones de terapia a altas horas de madrugada cuando vuelvo de realizar mis otros trabajos.

Lo primero que me dijo fue que pusiese de forma ordenada esto, como si lo escribiese para alguien que lo encontrase, aunque sé perfectamente que nadie que lea este diario de paginas de amarillento papel reciclado y tapas de negro terciopelo, conseguirá entender lo que a simple vista parecen una amalgama de dibujos. A pesar de escribir con un bolígrafo comercial, la tinta es una mezcla especial receta de un sabio que debería llevar siglos muerto, pero sin desviarme del tema, solo decir que si alguien fuese capaz de interpretar esto tendría los mismos conocimientos que yo y directamente me apiadaría de él, porque esa persona sabría lo que viene a continuación.

Pero voy al meollo de la cuestión, mi nombre es Iván y escribo esto mientras me tomo un café bombón tardío en el Bestiario de Viapol Center. Tengo treinta años, muy bien llevados por cierto, y oficialmente soy librero, pero durante algún tiempo fui entrenado para otras cosas, de hecho es por eso por lo que tengo que ir a la psicoanalista, aunque no pueda contarle nada de lo que no puede saber. Me gusta la comida picante y estoy totalmente enganchado a unos chicles americanos de canela que compro en una tienda cerca de la plaza de la Encarnación.

Estoy teóricamente soltero, aunque en alguna parte de una de las mesitas de noches creo tener una alianza de un metal más valioso que el oro, grabada con el nombre verdadero de alguien cuyo aspecto no recuerdo y no es por mi mala memoria.

Dedico mas tiempo a cultivar mi cuerpo que a limpiar mi ático, porque mi trabajo me lo exige y porque me gusta contemplarme en el espejo del pasillo desnudo al terminar mis ejercicios. De hecho creo que existe algo debajo de mi cama que devora mis calcetines del pie izquierdo, aunque si hubiese existido algo, ya lo habría cazado, soy un cazador de aquellos que intentan traspasar el velo con malas intenciones, soy un cazador de medianoche y esta es mi historia…



miércoles, 1 de octubre de 2008

Ciberpunk 0.9

Cristelle caminaba por el pasillo, escucho un grito, sintió como su amigo, aquel al que llamaban los hombres que estaban esparcidos por el suelo, el paciente nº 8, despertaba, lo sabia porque instantes antes de que sus vidas se apagasen por el poder que ella desataba, había entrado en sus cabezas antes de matarlos y lo había visto allí.

Sentir como sus cabezas explotaban o ardían desde dentro la excitaba de una forma que no había sentido hasta el momento, aquello era mil veces mejor que cualquiera de los piercings que se había hecho, mejor que cualquiera de los orgasmos que había tenido con cualquiera de las personas que habían sido compañeras de cama, sentía un placer inconmensurable al ver, oír y sentir como aquellos hombres que trataban de reducirla con sus patéticas armas morían por el poder de su voluntad, una rabia ardiente y azul que provenía desde su bajo abdomen, dolía como la mas feroz de las menstruaciones que hubiese tenido en su vida, pero el acabar con las vidas de aquellos guardias de seguridad con su equipamiento de alta tecnología y sus efímeras protecciones frente a ella calmaba el dolor y le provocaba placer.

Detrás de ella los goznes de algunas puertas saltaban, otras se convertían en metal hirviendo, y otras simplemente dejaban de estar allí, el resto de pacientes al verse libres de la atención y los continuos sedantes a los que estaban sometidos estaban despertando, Cristelle era uno de los motivos de su despertar, pero era el numero ocho el que estaba amplificando la señal que había sacado de su catatónico estado al resto de pacientes de las otras dieciocho habitaciones.

Una brisa del contaminado aire exterior meció sus oscuros cabellos, sonrió y miró hacia donde estaba la salida, del mismo lugar que provenían mas guardias de seguridad gritando ordenes a través del sistema de comunicaciones y solicitando apoyo externo.

Perfecto, sentir aquel fuego azul le dolía, necesitaba mas sangre con la que apagar aquel dolor y sentir mas placer, rozando sus muslos camino en dirección a donde venían corriendo el resto de guardias.



Joseph camino por el pasillo apoyándose en las paredes, había perdido mucha sangre, el traje estaba trabajando, pero aun se sentía demasiado débil, el golpe en la habitación de su maestro le indico que aun continuaba allí, ajeno a los ruidos de las otras habitaciones avanzo hacia la habitación numero ocho.

Una figura de piel escamosa salto desde el interior de la habitación y se planto a cuatro patas delante suya, tenia forma humana, pero aquella piel escamosa, la posición en la que lo miraba agazapado y la mirada de aquellos ojos mas animales que humanos le hicieron tambalearse.

Había perdido el M41A, el cuchillo monofilamento había quedado en algún lugar de la habitación
de los guardas cuando entro y provoco la matanza, no había recordado coger ninguna de las armas de los guardias, estaba indefenso.

La criatura humanoide gruño, erigió el tronco flexionando las piernas y abriendo los brazos mostrando un musculoso pecho, abrió las manos mostrando las garras, bramo y se lanzo con ellas por delante.

Joseph en el estado debilitado en el que estaba no podía mas que intentar esquivar el golpe y proyectar a aquella criatura, cuando volaba a través del aire puso la mano que le quedaba en la cara del monstruo, se dejo caer hacia atrás, apoyo el pie en el pecho del ser y lo arrojo hacia atrás con toda la mermada fuerza que le quedaba.

La criatura voló por los aires chocando con el techo, pero clavo una de sus garras y en el aire dio la vuelta aferrado al techo, en su espalda Joseph pudo ver una marca oscura situada entre los omoplatos, capturo aquella imagen y recordó donde la había visto antes.

Apoyándose en la pared dolorosamente sobre el lugar donde había estado su brazo, alzo la mano que le quedaba mostrándole la palma a la criatura que se disponía a atacar y mirándolo a los ojos dijo - Maestro, he venido a por ti – después cayó al suelo.

Antes de cerrar los ojos pudo ver al fondo del pasillo como una figura desnuda casi etérea pasaba flotando por el suelo acompañado por otros pacientes con la bata aún puesta mostrando sus posaderas al pasar de largo, “cojonuda visión antes de morir, el culo de un ectoplasma” pensó, y fue su ultimo pensamiento, después todo fue oscuridad.



El vehículo de Chuck rodaba a toda velocidad delante de la ambulancia, Claudette iba abriendo los semáforos desde la terminal del vehículo de su hermano.

En el horizonte conforme se acercaban al complejo Epsilon una columna de humo delataba su presencia, Chuck y Claudette se miraron nerviosamente, Claudette cargo la pistola, metió una bala en la recamara y mirando a Chuck dijo:

-Hermano, te nombro auxiliar de justicia –

Saco la terminal portátil de su bolsillo y cogiendo la identificación de Chuck paso los datos a la central, introdujo el código nueve para el que se encaminaban y apareció el permiso de Chuck en pantalla “Detective Charles Xavier” , el cargo de auxiliar de justicia que se le había asignado por su nivel de ciudadanía e importancia social, Charles sonrió, aquello sonaba mejor que Consejero Delegado, pero se había dejado la gabardina en casa, miró a su hermana, saco un paquete de tabaco amarillo de la guantera, se puso un cigarrillo en la boca, saco el zippo con el carácter en japonés del bolsillo interior de su chaqueta lo miro un instante y dijo

-Va por ti maestro, estés donde estés…

Y a pesar de la mirada reprobadora de su hermana se encendió el cigarrillo y se lo fumo como si fuese el ultimo que fuese a fumarse en su vida, porque, realmente podía ser así.



Cecil despertó conmocionada tirada en el suelo, el laboratorio donde estaba el paciente nº 8 estaba arrasado, el pasillo desde el ángulo desde donde podía verlo parecía una carnicería, había trozos del cuerpo de seguridad de las instalaciones por todos lados, impactos de munición de alto calibre por toda la pared, le dolía la espalda mas de la cuenta, se levanto con cuidado mareada, en el suelo estaba tirado el mellado cuchillo de acero y mango negro de plástico, fuera sonó una explosión, lo ultimo que recordaba eran dos ojos marrones rojizos mirándola con una furia animal.

Aquel bastardo se había convertido en lo que ella sabia que era, un monstruo, tenia que haberlo matado cuando tuvo ocasión hacia tanto años, ahora estaba fuera de control y destrozando numerosas vidas a su paso, aunque también estaba la otra, aquella falsa lesbiana que habían mandando allí a cambio de un borrado de historial y un puñado de créditos, según los informes era ella la mas peligrosa al ser mas inestable, busco en los bolsillos el móvil, llamo al doctor Roshelle, apagado, se toco la cabeza pensando, podía salir de allí o seguir al maldito paciente nº 8 en su senda de destrucción e intentar acabar con el, se agacho, cogió el cuchillo de nuevo, lo coloco entre el cinturón y el pantalón, tenia algo que terminar.

Ajena a la huida de los otros pacientes salió al pasillo y resbalo con un rastro viscoso que había en el suelo, se puso de rodillas llenándose las manos al apoyarlas en el suelo en aquel limo viscoso que dejaba un rastro desde una habitación cercana.

Desde fuera de su ángulo de visión directa intuyo movimiento, giro la cabeza para ver a una criatura que caminaba a cuatro patas apoyada sobre la espalda, con parte de los cables de las sondas aun pendiendo de sus brazos y una mandíbula donde debían estar los genitales que al verla bramo por ambas bocas y se dirigió velozmente hacia ella.

Cogió el cuchillo dispuesta a no morir a manos de aquel monstruo sin prestar resistencia, pero una oscura figura se lanzó contra la criatura mientras que en su cabeza sintió una voz femenina que le indicaba “¡Corre!”.

Cecil corrió, corrió por el pasillo en dirección a la salida, a pesar de que sus asmáticos pulmones ardían, a pesar de que sentía el cuerpo entumecido aún por el golpe contra la pared, corrió poseída por el pánico a la muerte, dejando detrás de ella a su salvadora peleando contra aquel monstruo.



Joseph volvió en si, estaba en el suelo, sentía el cuerpo totalmente entumecido del cuello hacia abajo, estaba oscuro, suponía que este era el estado previo a la muerte, había fallado, no había sido capaz de rescatar a su maestro a pesar de que todos los planes estaban perfectamente preparados, la infiltración en el complejo, el vehiculo en la salida, el traje experimental, todo, sin embargo había surgido “lo inesperado” lo habían sorprendido, aquella chica de grandes pechos, Cecil trabajando en el complejo, el monstruo en el que su maestro se había convertido, todo aquello no entraba en los planes, sabia de algunas de las capacidades de su maestro porque el mismo las tenia, pero aquello era demasiado, había transmutado la carne para convertirse en un depredador, mas animal que humano, aquello no entraba en los planes, todo había salido mal y su vida era el precio que había tenido que pagar, pero no solo la suya sino el confinamiento de su maestro tras su fallo, la oscuridad seguía envolviéndolo.

Una fría luz de fluorescente acabo con aquella oscuridad, entrecerró los ojos, ¿Dónde estaba?

-Bienvenido de nuevo discípulo – dijo una voz ronca y carrasposa.

Joseph volvió la vista hacia el lugar del que provenía la voz, su maestro estaba allí, de espaldas a el, con el torso desnudo y colocándose unos pantalones llenos de sangre y cortados de alguno de los guardias, estaban en la habitación en la que el había provocado la carnicería, se incorporo apoyándose en los codos y miro alrededor, había algo que no estaba del todo bien, faltaban elementos en aquella habitación.

Los cuerpos estaban dispuestos contra la pared, al menos lo que quedaba de ellos después del ataque con el hilo monofilamento que había cortado en trozos a la mayoría, pero faltaba el de Ditta y había algo mas que tampoco cuadraba.

Se sentó en el suelo le dolía todo el cuerpo, se sentía con la peor de las resacas unida al estado en el que se encontraba después de alguno de sus entrenamientos extremos en el simulador virtual, se rasco la cabeza y sacando un aro de acero para el pelo se recogió el pelo, con ambas manos.

Miro sus brazos sorprendido, recordaba haber perdido uno tras el ataque de Cristelle, miro a su maestro y balbuceando pregunto

-¿Como es… esto?- mientras alzaba el brazo que había perdido en el combate.

-Te hice una pequeña transfusión con el material disponible, el traje hizo el resto – dijo su maestro aun de espalda a el y buscando algo en una de las taquillas, encontró una sudadera con cremallera y capucha y se la puso, colocándose la capucha sobre la cabeza, se giro hacia el las sombras de la capucha contra su cara y lo que permitía ver la misma dejaban a la vista que aunque había revertido el estado animal en el que lo había encontrado, algunos rasgos faciales seguían allí.

- Ahora es hora de ver como escapamos de aquí – dijo arrojándole un cuchillo en su funda y un fusil de asalto modelo MP5.



Charles termino su cigarrillo, lo apago en el cenicero, lo adelantaron un par de ZETAS de asalto en dirección al lugar conduciendo a una velocidad que solo aquellos vehículos eran capaces de alcanzar, acelero un poco poniendo su vehiculo a máxima velocidad, 200 Km. /h, por el retrovisor vio dos faros de luz normal, en lugar del xenón que todos los vehículos llevaban desde la convención automovilística de hacia un par de años, el vehiculo se acercaba peligrosamente por detrás.

-¿Pero que coño?- dijo Charles

Claudette miro hacia atrás y saco la terminal portátil para intentar tomar la matricula del vehiculo y dar parte a central, pero el vehiculo carecía de matricula.

Los adelanto a toda velocidad, al pasar por su lado Charles giro la vista un segundo para ver al conductor y el vehiculo.

El conductor llevaba un casco negro de oscura visera y una especie de mono negro, el vehiculo era un modelo americano totalmente ilegal en la comunidad Europea, un muscle car de mitad de los sesenta, un Ford Mustang Shellbie negro con el carburador modificado y por encima del capo, uno de aquellos monstruos capaces de consumir la misma cantidad de combustible en un día que lo que necesitaba el modelo que el llevaba en un mes, con la diferencia de que aquel modelo contaminaba infinitamente mas, era un coche de gasolina, el que fuese se la estaba jugando hasta limites insospechados, no solo conduciendo a la velocidad a la que lo hacia sino con aquel vehiculo.

Claudette miro la matricula “Altivo hijo de puta”, ¿Qué clase de matricula era aquella?, el vehiculo los rebaso a toda velocidad y se perdió entre la niebla que comenzaba a caer a aquella hora de la noche y apago las luces, Charles redujo la velocidad, no quería tener un accidente con un vehiculo como aquel, ¡maldita sea, llegaría tarde al baile!



Cristelle había acabado con los guardias que custodiaban la puerta y dejándose llevar por las sensaciones se dejo caer en el suelo con las piernas abiertas, comenzó a acariciarse los pechos tras pasar la mano por el suelo y llenársela de sangre, su entrepierna palpitaba húmeda y caliente.

Cecil llego a la salida corriendo como alma que lleva el demonio y vio a Cristelle.

-Cristelle soy yo, Cecil – dijo jadeando mientras caminaba hacia ella cuidadosamente para no resbalar con la sangre fresca del suelo, el olor le hizo dar una arcada, le faltaba aire en los pulmones y aquel penetrante olor a sangre fresca no era lo mejor para mantener la cena en su estomago.

Cristelle cerró las piernas, se dio la vuelta rozando su larga y azabache melena por el suelo empapando parte de esta en sangre, se arrodillo colocando sus manos sobre las rodillas y mirando a Cecil comenzó a reír.

Cecil vio el rostro demente de Cristelle, se había vuelto loca definitivamente y tenia la piel llena de manchas rojizas, en especial alrededor del bajo vientre y cerca de los ojos, llego junto a ella, la agarro por los hombros y la zarandeo, giro la vista hacia atrás un segundo y vio a algunos pacientes que avanzaban hacia la salida, miro hacia delante y vio a algunos detrás de uno de ellos que a dos cuartas del suelo y las manos apuntando hacia la puerta gritaba de ira.

-¡Deja de reír! ¿Le has visto? ¿Dónde esta? Vosotros erais amigos maldita sea, ¡se que está por aquí en algún lado! ¡Tengo que acabar con él antes de que alguno de estos monstruos acabe conmigo!-

Cristelle dejo de reír, dejo caer su pelo sobre su cara y con una voz profunda a la vez que señalaba hacia un pilar dijo

-El está aquí, esta allí, está en todos y cada uno de nosotros, está en todas partes ¿Por qué le buscas? ¿Acaso no le hiciste bastante daño? ¿O es que quieres clavarle ese pequeño cuchillo que llevas escondido detrás? ¿Yo también te parezco un monstruo zorra?-

Dijo mientras colocaba sus manos sobre los hombros de Cecil

– No te lo permitiré, gracias a el desperté hace algún tiempo y ahora tengo esto, no llegaras a él, pagaras por tu osadía y vas a comprobar lo monstruosa que puedo ser –

Cecil comenzó a sentir poco a poco como su cuerpo comenzaba a arder desde dentro.



A las puertas del complejo estaban los dos ZETAS que los habían adelantado antes apostados lateralmente y con los cuatro ocupantes dispuestos a entrar, aparco a una distancia prudencial y bajaron del vehiculo, la ambulancia en la que venia Mike llego unos minutos después, la situación dentro era critica, no había comunicación con los equipos de dentro desde hacia unos minutos, pero las ultimas transmisiones indicaban que todos los pacientes habían escapado pero que había una paciente en concreto fuera de control acabando con todos.

Según el protocolo el mínimo de agentes que podían entrar en un código nueve eran siete, mas un agente sanitario esperando a salvo para prestar asistencia en caso necesario, ya estaban todos allí, solo era necesario que Mike como superior de campo dictase la orden de acceso.

Mike trago costosamente aquella información haciendo que su prominente y varonil nuez de adán se moviese trabajosamente, no sabía contra que se enfrentaban.

Las enormes puertas del complejo saltaron por los aires.

Hana se agacho asustada.

Charles se encendió otro cigarrillo apoyando la espalda contra un ZETA.

Los tres agentes perdieron fuerza en las manos y dejaron colgar las armas de sus cintas, atónitos a lo que estaban viendo.

Julius se tiró al suelo con el arma por delante.

Claudette musitó una letanía a la Virgen de la Macarena.

Mike no podía apartar la vista de lo que salía por la puerta.

Delante de ellos un grupo de deformes y extrañas criaturas avanzaban poseídos por las ansias de escapar de aquel lugar y ellos estaban en la ruta de salida.

Mike fue a dar la orden de abrir fuego, pero el rugido de un motor V8 silencio dicha orden.

Un Mustang negro aparecido de la nada se dirigía a toda velocidad hacia las puertas del complejo, en dirección a la feria de monstruos que de ella salía.



Cristelle cerró los ojos, Cecil formaba parte de aquellos que la habían vendido a la ciencia, por lesbiana, por su don, por su amistad con el paciente numero ocho y por envidia, ahora pagaría por aquello y lo haría lentamente.

La culata de un MP5 golpeo su cabeza por detrás, confundió el sonido de la explosión con lo que creía que era su cráneo roto y perdió la consciencia.

Cecil miró a sus salvadores, Joseph y Deimos, el paciente numero ocho.

Deimos le tendió la mano diciéndole

-Hola Cecil, cuanto tiempo ¿no?-

Cecil saco el cuchillo de la parte de atrás de su pantalón saltando hacia Deimos con un grito de rabia y se lo clavó profundamente en el pecho, justo donde debía haberlo hecho hacia tantos años, en ese corazón que había sido suyo, ya estaba hecho.



Mike ordeno abrir fuego sobre el primer objetivo aprovechando la confusión que había provocado el vehiculo al pasar, casualmente con la coordinación perfecta con aquellas cosas para no atropellar a ninguna pero dejándolas en perfecto ángulo de disparo.

El plomo caliente volaba en dirección a aquellas criaturas.

Una chica de no mas de doce años paseaba tranquila y sonriendo entre aquellas criaturas y al ver a los agentes abrió las manos en dirección a ellos y a los ZETAS que formaban su cobertura, todos los aparatos electrónicos de los vehículos y los que llevaban encima comenzaron a chisporrotear hasta que una certera baja disparada por la Ruguer P95 de Mike acabo con la vida de la niña.

Charles apuntaba con la Colt AMT 1500 hacia la cabeza del tipo que flotaba y abrió fuego, la bala llego a su objetivo, pero algo antes de llegar la convirtió en plomo hirviendo, que provocó que su frente se llenase de metal caliente y centrase su objetivo en Charles.

“¡Mierda!” pensó Charles, “¡alguien tiene que apagar a ese tío!” como oído por algún poder superior, comenzó a llover.



Deimos abrió totalmente los ojos, vomitó sangre sobre Cecil, agarro el mango del cuchillo, cayo de rodillas lentamente aferrándose al cuchillo y se desvaneció de bruces clavándose mas profundamente el cuchillo.

Joseph golpeo a Cecil con la culata del MP5 en el pecho con tanta fuerza que algo dentro de ella crujió y la dejo sin respiración.

Un Mustang negro irrumpía en mitad del ancho pasillo derrapando y colocándose en dirección a la salida, Joseph apunto el MP5 en dirección al conductor, la puerta se abrió y tranquilamente del vehiculo salió un tipo enorme con un traje igual al suyo pero en mejor estado y con un casco negro puesto, señalo a Cristelle y a Joseph y después al vehiculo.

Joseph bajó el arma y recogió a Cristelle del suelo, su cuerpo desnudo estaba ardiendo.

El desconocido volteo en el suelo a Deimos, agarro el cuchillo y tiró de el sin delicadeza alguna, Deimos tenía una expresión serena en el rostro, saco una pistola con un liquido verdoso refulgente y aplico dos dosis en el pecho de Deimos, lo levanto y lo llevo al asiento del copiloto.

Joseph estaba colocándole el cinturón a Cristelle cuando escucharon los gritos de los agentes de fuera, alguien lo estaba pasando mal.



Charles vio a cámara lenta como el “tipo caliente que flotaba” se lanzaba contra su posición, dejando tras de si un reguero de vapor, uno de los agentes abrió fuego con su arma de asalto desviando su atención, Mike ordeno centrar el fuego en otra de aquellos monstruos de feria que media mas de tres metros y se movía como un pesado gorila rabioso.

El agente descargo su cargador contra el tipo que se acercaba a Charles, este en respuesta lo miro con ira y lo señaló con el dedo, la cabeza del agente se incendió en llamas a tal temperatura que sus globos oculares estallaron y comenzó a gritar.

Los dieciséis engendros que habían parido las puertas de aquel laboratorio de repente giraron la vista hacia las puertas del complejo, agacharon la cabeza y recuperaron su aspecto humano, algo había pasado allí dentro.

Claudette, Charles, Julius y los dos agentes que quedaban miraron a Mike a la espera de su orden.

Mike alzo la mano en señal de alto el fuego, la tensión eléctrica del aire podía palparse mientras que una fina lluvia acariciaba a los presentes llevando la sangre vertida a las alcantarillas cercanas.

Los segundos pasaban lentamente y aquella escena habría sido estática de no ser por la lluvia que aumentaba de intensidad.

El sonido de cuatro ruedas impulsadas por un motor V8 racheando rompió aquella tensión.

El Mustang atravesó maniobrando por entre aquellas personas que minutos antes habían sido monstruos, Charles apunto directamente al conductor, pero pudo ver gracias a un potente rayo que había caído sobre el para-rayos del complejo la persona que acompañaba al conductor, bajo su arma, toco el zippo que tenia en el bolsillo y volvió a mirar en la dirección en la que circulaba a toda velocidad el Mustang.

Agarro a Claudette por el brazo y señalando al vehiculo, siendo incapaz de hablar saco el zippo del bolsillo enseñándoselo a Claudette.

Hanna acudió con el maletín para intentar salvar la vida del agente.

Mike pedía refuerzos para detener a los causantes del código nueve.

Julius vomitaba ruidosamente al ver el rostro de su compañero de ZETA.

Claudette agarro a su vez a Charles del brazo y tiro de el en dirección al Mazda VRX-8.

Charles probó suerte con el mando a distancia, el coche se abrió y los sistemas de navegación se encendieron.

Alguien ahí arriba tenia que estar echándole una mano.



Joseph se quitó el guante del traje y puso sus dedos sobre el cuello de Deimos, su maestro.

Nada.

No había pulso, estaba muerto, casi hubiese preferido morir bajo sus garras a verlo morir a manos de Cecil, miro a Cristelle que estaba inconsciente, las manchas rojas comenzaban a disminuir de tamaño y su temperatura parecía estar normalizándose.

-Muchas gracias, pero ¿Quién eres?- dijo Joseph

El desconocido miro hacia atrás y puso uno de sus enguantados dedos en la parte frontal inferior del cascos “silencio”, algo en su lenguaje corporal le era familiar, pero sin decir una sola palabra y a pesar de que el iba armado, había conseguido amedrentarlo lo suficiente como para que no preguntase nada mas, de momento.



Charles conducía a toda velocidad el VRX-8, o al menos a toda la velocidad que el programa de serie del vehiculo permitía con aquel clima y con la licencia de agente auxiliar de justicia aun vigente, pero no era suficiente, el conductor del Mustang debía conocer perfectamente aquellas carreteras abandonadas y el clima no permitía activar la ingravidez que le permitiría viajar algo mas rápido.

Entonces recordó una conversación mantenida con Deimos, acerca de un lugar entre árboles que todavía se mantenía intacto.

Tuvo una corazonada y dejo volar bajo al Mustang, redujo la velocidad y mirando a Claudette le dijo serio

- Se al lugar al que vamos, avisa a los agentes cuando lleguemos, tengo que entrar yo primero, confía en mi por favor -

Claudette al ver a su hermano hablar con tantísimas solemnidad asintió con la cabeza.



El ascenso hasta el lugar cargando con Cristelle desnuda había sido complicado, como guiado por una fuerza invisible que lo empujase había seguido al desconocido hasta allí, en aquel lugar en mitad de la nada, la silueta del Mustang se recortaba contra la lluvia pero por algún extraño motivo era invisible, ¿habría conseguido aquel extraño aplicar la tecnología del traje a un vehiculo?

Llegaron a una caseta de control de bombeo abandonada, dentro olía a excrementos humanos, humedad y putrefacción, el desconocido acciono algún mecanismo oculto, una puerta se abrió y entro a una amplia estancia suavemente iluminada, dejo caer el cuerpo de Deimos sin miramientos en el suelo y se acerco a una consola con un enorme monitor.

-¿Qué es este lugar?- pregunto Joseph dejando suavemente a Cristelle en el suelo mirando a su alrededor.

El lugar era una antigua cúpula de bombeo de agua potable abandonada hacia años, pero el interior estaba reformado, con una entreplanta y muchas mesas de trabajo donde estaban esparcidas piezas de armamento, munición, aparatos electrónicos, probetas con sustancias que burbujeaban y un millar de elementos que hacían que aquello pareciese el laboratorio de un científico loco.

La figura se volvió hacia Joseph y volvió a repetir el mismo gesto poniendo el dedo índice en la zona del casco donde debían estar sus labios “silencio”.



Charles ascendía trabajosamente por el barro del suelo, respiraba con dificultad por culpa de la humedad de la lluvia.

Al fondo podía ver una tenue luz brillar en mitad de la tormenta, aunó fuerzas y de una carrera llego a la caseta por la que minutos antes habían entrado los pasajeros del Mustang que ahora no estaba por ninguna parte.



El desconocido llevo a Cristelle a la entreplanta, la deposito con suavidad en la cama y la tapo con una manta.

Joseph esperaba abajo mirándolo todo con mucha atención, había algunos elementos comunes con el refugio nuclear donde se había entrenado por indicaciones de Deimos, pero el ahora estaba muerto, un tenue movimiento atrajo su atención, miro al cadáver que estaba tirando en el suelo, debía ser solo su imaginación ¿seria este desconocido otro discípulo de Deimos?

Se acerco a Deimos, le había parecido ver que se volvía a mover.

Charles irrumpió en la habitación jadeando y con la Colt AMT 1500 en la mano apuntando a Joseph a la cabeza

-No te muevas y aléjate de él –

Deimos sufrió un espasmo.

-¿Qué le habéis hecho?-

Joseph miraba asombrado a Deimos, estaba muerto, hacia unos segundos lo estaba, Cecil le había clavado un cuchillo en el corazón, no podía estar vivo, aunque, el había regenerado un brazo gracia a una transfusión de sangre, pero Deimos había estado muerto durante todo el trayecto.

Deimos abrió los ojos, miro a Charles, miro a Joseph, la piel de todo su cuerpo comenzaba a convertirse en una especie de escamas blancas casi como la piel de agudos casos de soriasis, sus ojos a volverse rojizos, su musculatura estaba creciendo debajo de la piel provocando que esta se agrietase dejando ver las escamas oscuras que había debajo de ellas.

-Maestro ¿Qué te ha pasado?- Dijo Charles sin dejar de apuntar a Joseph con la Colt

Deimos se incorporo sin apoyar los brazos, impulsado solo con la fuerza de sus piernas y su espalda para quedar agazapado, al igual que un animal salvaje que se encuentra acorralado, su mandíbula comenzaba a deformarse y a volverse mas ancha, sus dientes se estaban volviendo mas grandes y asomando al exterior, sus manos se estaban convirtiendo en garras.

Miró a ambos de nuevo, esta vez con la mirada de un animal salvaje viendo su presa.

Salido de la nada el desconocido golpeó la muñeca de Charles con el dorso de la mano, haciendo que este soltase el arma, cogiéndola él en el aire, apuntando a la cabeza de Deimos y abriendo un hueco con una bala del calibre 45 entre las cejas a aquel monstruo.

Joseph y Charles lo miraron furiosos, un rayo hizo que la luz parpadease mientras el desconocido se quitaba el casco con la Colt aun en la mano mientras que con una profunda voz decía

- Solo era una copia barata defectuosa -

El rostro que iluminó la tenue luz cuando volvió a ser continua sorprendió a Charles y a Joseph.

Aquel rostro marcado por las cicatrices de un accidente ocurrido hacia años era el de Deimos.



Cuando llegaron los agentes encontraron parte de lo que buscaban, el cadáver de Deimos.

Cristelle oficialmente se había perdido en el bosque y la buscarían durante meses hasta darla por desaparecida en alguna de los profundos pozos negros que proliferaban por la zona.

La tormenta solar llegaba en apenas dos meses.

Todo estaba listo.